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Los Borucas: cultura viva, máscaras y el Juego de los Diablitos

Máscara Boruca tradicional realizada por Víctor Hernández . IMAGEN MARVALEOD.  ...La niebla baja se cuela al amanecer entre los pliegues de la cordillera de Talamanca, a veinte kilómetros de la frontera con Panamá. Allí, en lo más alto de un valle verde, se despierta el pueblo boruca: el gallo canta, el humo de los fogones se eleva en espiral y el rumor del río Grande de Térraba acompaña la vida cotidiana. A primera vista, el pueblo parece un puñado de casas de madera rodeadas de vegetación y parcelas de maíz, pero detrás de esa calma se esconde una de las culturas indígenas más tenaces y orgullosas de Costa Rica. Con poco más de dos mil habitantes dispersos en 140 km² de reserva, los boruca —o bruncas— han mantenido su identidad frente a conquistadores, misioneros y la modernidad del siglo XXI. Su secreto: una memoria colectiva cimentada en leyendas, máscaras de madera y un festival que cada diciembre revive la lucha contra los españoles... Un territorio, una lengua, una comunidad...

El Chupacabras: Entre la Leyenda y la Realidad

Ilustración imaginaria del chupacabras según testigos en los años noventa. IMAGEN MARVALEOD.

Desde los años noventa, una criatura ha sembrado el miedo y la fascinación en toda América Latina y el sur de Estados Unidos: el chupacabras. Su nombre proviene de su presunto hábito de atacar animales de granja —sobre todo cabras— y beber su sangre. Pero, ¿qué hay realmente detrás de esta criatura? ¿Es un ser desconocido acechando en la oscuridad o una construcción del imaginario colectivo alimentada por el miedo y los medios?

El origen de una leyenda moderna

Aunque algunas versiones apuntan a que los avistamientos se remontan a los años 70 en Puerto Rico, la figura del chupacabras irrumpió con fuerza en 1995. En esa época, una oleada de muertes misteriosas de ganado en el campo puertorriqueño —animales hallados sin sangre y con perforaciones extrañas— provocó pánico en la población. La testigo más famosa fue Madelyne Tolentino, quien aseguró haber visto una criatura bípedo, de ojos grandes y negros, piel escamosa y espinas a lo largo de la espalda. Su descripción pronto se convirtió en el prototipo del chupacabras.

Poco después, medios de comunicación comenzaron a reportar avistamientos similares en México, Chile, Argentina, Brasil y Estados Unidos, especialmente en zonas rurales. En todos los casos, el patrón era el mismo: animales de granja muertos, aparentemente sin sangre, y sin signos claros de lucha.

Descripciones cambiantes, miedo persistente

Con el paso del tiempo, la imagen del chupacabras fue cambiando. Si bien en sus inicios se le representaba como un ser casi alienígena, con rasgos reptilianos y grandes ojos, más adelante comenzaron a circular relatos que lo describían como una bestia cuadrúpeda, parecida a un perro sin pelo, con piel grisácea, colmillos afilados y aspecto enfermizo.

Esta transformación coincidió con los primeros hallazgos de cadáveres atribuidos al chupacabras: se trataba de caninos salvajes —como coyotes o perros— con graves casos de sarna, lo que les daba un aspecto deformado. En lugares como Texas, veterinarios y expertos en vida silvestre analizaron estos cuerpos y concluyeron que se trataba de animales conocidos, afectados por enfermedades que les provocaban la pérdida de pelo y un comportamiento inusualmente agresivo debido a la debilidad física.

¿Qué dicen los científicos?

La comunidad científica ha sido clara al respecto: no existe evidencia concluyente de que el chupacabras sea una criatura desconocida o críptica. Las supuestas muertes de ganado suelen tener explicaciones racionales:

  • Ataques de depredadores como coyotes, zorros o perros salvajes, que en ocasiones muerden en el cuello y provocan una hemorragia interna que puede parecer una extracción de sangre.
  • Descomposición natural, que puede crear orificios en los cuerpos y hacer que la sangre se drene o coagule rápidamente, dando la impresión de que fue "succionada".
  • Errores de percepción amplificados por el miedo o la sugestión colectiva, especialmente cuando los medios intervienen con titulares sensacionalistas.

Incluso la testigo original, Madelyne Tolentino, reconoció años más tarde que su visión del chupacabras estaba influenciada por una película de ciencia ficción reciente en aquel entonces: Species (1995), en la que aparecía una criatura con una estética muy similar.

La persistencia de un mito

A pesar de las explicaciones racionales, el chupacabras sigue presente en el imaginario popular. Su historia ha sido ampliamente difundida en programas de televisión, libros, películas, cómics y sitios web, convirtiéndose en un ícono del folclore contemporáneo.

Parte de su éxito radica en que encarna el miedo a lo desconocido, en especial en comunidades rurales que dependen del ganado para subsistir. También refleja la desconfianza hacia las explicaciones oficiales, que muchas veces no logran convencer del todo a quienes han presenciado algo extraño.

Además, la figura del chupacabras ha evolucionado: hoy representa no solo un monstruo de la noche, sino también un símbolo de cómo los medios, las creencias locales y las circunstancias sociales pueden dar forma a una criatura imaginaria con vida propia.

¿Realidad o ficción?

La mayoría de los expertos coinciden en que el chupacabras, tal como se describe en la cultura popular, no existe como especie real. Lo más probable es que se trate de una combinación de:

  • Depredadores comunes con enfermedades cutáneas.
  • Malinterpretaciones de restos animales.
  • Influencias culturales y mediáticas.

Sin embargo, esto no le resta valor como fenómeno sociológico. El chupacabras nos muestra cómo una historia puede cruzar fronteras, adaptarse a distintos contextos y alimentar un mito que sigue vigente tres décadas después de su nacimiento.

¿Quieres conocer más sobre el Chupacabras? te invitamos a ver el siguiente vídeo del canal TikTak Draw:

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