La Reliquia Boruca: Capítulo XVII
08 de julio de 1896
Plaza de Armas y Estación del
Atlántico, San José.
Todos
los soldados del Cuartel de la Artillería se encontraban en la Plaza. Los
hombres se encontraban en posición de firmes, sosteniendo y presentando sus
armas. En su frente, cada Sargento entregaba a sus escuadras al Secretario de
Guerra para ponerlos en descanso. Su estado mayor se encontraba detrás de él,
en compañía del Presidente de la República, quién portaba su elegante y larga levita
negra y un sombrero de copas.
—BATALLON, EN SU LUGAR… ¡DESCANSO!... ¡ATENCIÓN!…
¡FIRMES!... ¡DESCANSO! ¡BUENOS DIAS SOLDADOS! —gritaba el General Juan Bautista
Quirós Segura.
—¡BUENOS DÍAS GENERAL!
—Señores, mis valientes soldados —expresó
el Secretario a los militares—. Hoy no es un día cualquiera. Nuestra patria
reconoce la labor de los heroicos militares que, siendo llamados al deber,
aceptaron el reto, retornando como verdaderos héroes. Durante el último mes,
dos soldados, salidos de este cuartel, acompañando al Capitán Bernardo Guardia,
se enfrentaron a los viles esbirros de un hombre que pretendía manchar nuestra
tierra, destruir nuestro patrimonio y crear una página negra en nuestra
historia. Pero, como buenos hijos de Costa Rica y grandes militares, el
Sargento Ramón Quesada y el Soldado Andrés Ureña, utilizaron su experticia,
adquirieron valor y enfrentaron a los ruines malhechores. Por esto, Costa Rica
les agradece y reconoce sus actos, porque esto no debe quedar en el olvido.
Sargento Quesada, Soldado Ureña, rompan filas y acérquense al frente.
El Sargento y el soldado salieron de
formación y se presentaron al frente de su General. Ureña se colocó a la
izquierda de Quesada, recibiendo un gesto de orgullo por parte de Don Juan.
—Sargento Ramón Quesada, ¿sabe y reconoce
cuales son las funciones de un soldado, un Cabo y un Sargento? —preguntó el
General.
—Señor, sí señor —respondió el Sargento.
—Sargento, ¿sabe cuáles son las funciones
de un Sargento Primero?
—Señor, sí señor.
—Soldado Andrés Ureña ¿sabe y reconoce
cuales son las funciones de un soldado?
—Señor, sí señor —respondió el soldado.
—Soldado, ¿sabe cuáles son las funciones de
un cabo?
—Señor, sí señor.
—Por lo antes mencionado, de orden del Secretario de Guerra, se
reconocerá a Ramón Quesada por Sargento Primero y a Andrés Ureña por Cabo de
este Batallón, respetándole y obedeciéndole en todo lo que mandare concerniente
al servicio militar de la Nación y conforme a Ordenanza.
El General de División reconoció a sus
Suboficiales con saludo marcial. Una vez incorporados en sus posiciones, Don Juan colocó firme al Batallón y
ordenó terciar sus armas. Llamó al frente al Oficial Abanderado del Cuartel de
Artillería, quien se colocó a su derecha y al Capitán Bernardo Guardia, quién
se colocó a su izquierda. Realizado este acto, entregó el mando al Presidente
de la República para que este pronunciara las siguientes palabras:
—De
orden del Poder Ejecutivo, se reconocerá a Don Bernardo Guardia Segura por
Comandante Mayor del Ejército de la República, como Comandante de la escolta
presidencial, respetándole y obedeciéndole en todo lo que mandare concerniente
al servicio militar de la Nación y conforme a Ordenanza.
—¡ATENCION! —alertó el General de División.
—Mayor Guardia, ¿juráis por vuestro honor militar sostener la integridad del territorio
y del Pabellón Nacional, defender la constitución, servir al Gobierno de la
República y obedecer en todas las ocasiones y riesgos al que estuviese
mandando, aún a costa de vuestra vida? —preguntó el Presidente.
—Sí, ¡lo juro! —respondió el Mayor Guardia.
—Mayor, con esto, se le entrega la fuerza
para ponerla en marcha. —ordenó el Presidente.
El Mayor Guardia tomó posesión y como acto
simbólico, comenzó a poner en marcha a la fuerza militar que se destacaba en su
frente.
—Ahora, me gustaría llamar al frente y
colocarse al lado del Mayor Guardia, a la señorita Clara González, Mayor Walter
Davies, Sargento Primero Ramón Quesada, Cabo Andrés Ureña, Doctor Braulio
Tarnat y a Eustolio Maroto.
Todos los convocados se pusieron al frente
del Presidente de la República.
—Es de mi completo placer, reconocer su
valiente esfuerzo por defender los intereses de la Nación mediante estas
medallas al Valor a cada uno de ustedes. —pronunció el Presidente.
Don Rafael ordenó a Don Juan utilizar al Estado Mayor del ejército para otorgar los
reconocimientos. Al escoger quien le colocaría la medalla a Bernardo, el
Secretario de Guerra se fijó en su hermano menor, el Coronel Quirós, quien
mostró una leve expresión de disgusto al poner en el cuello de Guardia el
galardón.
El Presidente entregó el mando al General
del Ejército para colocarlos en descanso y dar comienzo al festejo por la
ceremonia. Don Juan compartió con sus
hombres y los instó a jugar el deporte de Inglaterra que daba a conocerse en el
país.
El Equipo
Erizo se reunió en un pequeño círculo antes de dar la despedida a Walter y
Eustolio.
—Parece que ahora eres mi igual, Mayor
Guardia —expresó Walter.
—Así es, y espera cuando vuelvas. Me
llamarás Coronel Guardia.
—Eso espero, mi amigo —¿Y el Sargento
Primero y el Cabo cómo se sienten?
—Orgullosos, señor Davies, muy orgullosos
—expresó Andrés.
—Ahora que soy Sargento Primero me quedaré
unos años más —respondió Ramón—. Además, dicen que el otro año, promulgan que,
con veinticinco años de servicio, el retiro es con el sueldo completo.
—Estamos en una época próspera, Sargento
Primero Quesada —dijo Bernardo.
—Bueno, el Cabo y yo debemos ponernos a las
órdenes de nuestro Comandante antes de irnos de licencia unos días. ¡Adiós!
—¡Adiós! —expresaron los demás.
—Señores, agradezco de todo corazón su
ayuda y atención, a pesar de mis “extraños comportamientos” —habló Tarnat—.
Creo que es hora de despedirme, pronto volveré a Bélgica.
—Espero le vaya muy bien, Doctor —deseó
Bernardo.
—Señor Guardia, cambió mi percepción de los
militares, eso se lo agradezco —respondió Tarnat, alejándose y despidiéndose—.
Ha sido un placer, adiós equipo.
—Walter, ¿traes las maletas? —preguntó
Bernardo.
—Y las de Eustolio también.
Eustolio se despidió de sus amigos,
incluido Bernardo, a quién miró fijamente y le pronunció unas fuertes palabras.
—Sívcua,
cuida bien de Coshov o te
las veras conmigo.
—La protegeré con mi vida, te lo juro.
Eustolio miró a los ojos a Clara y en su
lengua se despidió.
—Coshov,
cuídate, siempre has sido mi pequeña, te quiero mucho.
—¡Y yo a ti, Bóc Shuán̈! —dijo
Clara, abrazando a Eustolio y besándolo en la mejilla— Prométeme que volverás,
aún nos falta mucho por vivir, ¡promételo!
—Lo prometo.
Como un recuerdo de toda la aventura, Bernardo
sacó de su bolsillo una cadena de oro con un portarretratos vacío, dándosela a
Walter
—Le perteneció a mi madre, Walter. Quiero
que la conserves como muestra de nuestra amistad. Ahí puedes colocar las fotos
de Ursala y Walter Jr. Así, cada vez que los mires, también recordarás a este
amigo.
—No sé qué decir, Bernardo. Muchas gracias,
pero yo no tengo nada que darte.
—No debes darme nada, Walter, la amistad es
más que suficiente. Te quiero mucho, mi amigo, cuídate.
—Yo también te quiero mucho, Bernardo.
Bernardo abrazó a Walter muy fuerte y lo
besó en la mejilla. Davies no estaba muy acostumbrado a esas muestras de
cariño, pero era algo que le gustaba de la cordialidad y afecto de los costarricenses.
El Mayor Guardia y Clara acompañaron a
Walter y Eustolio a la Estación del Atlántico, en donde pronto se subieron al
ferrocarril. Al marcharse, como era costumbre, los hombres se asomaron por la
ventana de su vagón y agitaron las manos hasta donde la visión les permitió
despedirse.
Bernardo y Clara se encontraron nuevamente
a solas.
—Bueno, ¿Qué quiere hacer la hermosa
princesa Boruca?
—Almorzar y luego descansar un poco, siento
que no he dormido bien en muchos días.
—Puedo llevarla hasta la residencia
Guardia, tenemos servicio de cocina y una lujosa habitación para su descanso.
—Eso estaría excelente, mi atractivo Mayor
Guardia —expresó Clara, besando a Bernardo—. ¿Vives cerca?
Bernardo y Clara se dirigieron en carruaje a
la casa en donde pronto comenzarían una hermosa relación y otras muchas
aventuras.
—¡POR DIOS, BERNARDO! ¿AQUÍ VIVES?
—Aquí vivimos, Clara…
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