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Los Borucas: cultura viva, máscaras y el Juego de los Diablitos

Máscara Boruca tradicional realizada por Víctor Hernández . IMAGEN MARVALEOD.  ...La niebla baja se cuela al amanecer entre los pliegues de la cordillera de Talamanca, a veinte kilómetros de la frontera con Panamá. Allí, en lo más alto de un valle verde, se despierta el pueblo boruca: el gallo canta, el humo de los fogones se eleva en espiral y el rumor del río Grande de Térraba acompaña la vida cotidiana. A primera vista, el pueblo parece un puñado de casas de madera rodeadas de vegetación y parcelas de maíz, pero detrás de esa calma se esconde una de las culturas indígenas más tenaces y orgullosas de Costa Rica. Con poco más de dos mil habitantes dispersos en 140 km² de reserva, los boruca —o bruncas— han mantenido su identidad frente a conquistadores, misioneros y la modernidad del siglo XXI. Su secreto: una memoria colectiva cimentada en leyendas, máscaras de madera y un festival que cada diciembre revive la lucha contra los españoles... Un territorio, una lengua, una comunidad...

La Tulevieja: Entre el Mito y el Monstruo

La Leyenda de la Tuevieja es una de las más conocidas en Costa Rica y Panamá. IMAGEN MARVALEOD.

En lo más profundo del folclore centroamericano, entre los cafetales y los ríos ocultos de Costa Rica y Panamá, se esconde una figura perturbadora y fascinante: la Tulevieja. Este personaje legendario ha inquietado a generaciones con su aspecto grotesco, su historia trágica y su capacidad para entrelazar el terror con la enseñanza moral.

Un Fantasma de Sombrero y Garras

La Tulevieja —también conocida como Tulivieja— es, en apariencia, una mujer que parece salida de una pesadilla rural. Baja de estatura, de contextura gruesa, lleva un sombrero de tule viejo (una paja artesanal con forma de plátano), el cabello enmarañado y, con frecuencia, el torso desnudo, mostrando dos enormes senos rebosantes de leche materna.

En muchas versiones, su figura es una mezcla monstruosa de mujer y ave: tiene garras en lugar de piernas, alas cortas (ya sean de murciélago o de ave, según la narración), y lo más inquietante de todo, deja huellas invertidas, imposibles de seguir. Dicen que se alimenta de cenizas y carbones, y que su presencia se revela en las fogatas apagadas y los rastros de leche perseguidos por hormigas.

¿Madre Dolorosa o Monstruo Vengador?

Como ocurre con muchas leyendas antiguas, la Tulevieja no tiene una sola interpretación. Es un personaje de múltiples capas y orígenes que varía según la versión del mito.

En una de sus formas más populares, heredera del sincretismo con la leyenda de La Llorona, es el alma de una mujer condenada por haber rechazado a su hijo. Errante por los ríos, sufre con sus senos inflamados de leche que jamás podrá dar al bebé perdido. Esta Tulevieja vaga por los pueblos rurales atraída por el llanto de los recién nacidos o el aullido de los perros, que confunde con su hijo muerto. Se cuenta que si entra a una casa, podría robar al bebé creyendo que es el suyo.

En otra versión más oscura, es un espíritu vengador, que aparece como una figura sensual y descompuesta, castigando a los hombres lujuriosos. Seducidos por sus pechos expuestos, los incautos la invitan a bailar... solo para terminar siendo despedazados por sus garras de ave. La única forma de librarse de ella es rezando la oración del "Alabado sea el Santísimo", lo que la obliga a desaparecer rumbo al sol.

El Tule: Sombrero, Defensa y Simbolismo

El nombre Tulevieja tiene raíces en la vestimenta campesina. El tule es un sombrero de paja usado por las mujeres rurales para protegerse del sol, la lluvia y los insectos. Pero en la leyenda, este elemento se convierte en algo más profundo: un símbolo de vergüenza, ocultamiento y quizás hasta penitencia.

También se menciona en las versiones indígenas como una planta o bejuco sagrado. En el mito bribri, los bejucos de tule bendecidos por el dios Sibú eran el único método para atar y repeler a este monstruo. Esta planta, por tanto, no solo viste a la Tulevieja: también representa su debilidad, su contrapunto, su antítesis sagrada.

Herencia Bribri: El Itsö Original

El origen más antiguo de la Tulevieja proviene del pueblo bribri de Talamanca. Allí, su figura está ligada al ser mítico llamado Itsö, una criatura diabólica anterior a los humanos, capaz de cambiar de forma, fuerte y peligrosa. En las historias bribris, Itsö exigía alimentarse de los indígenas, y fue castigado por los dioses por sus excesos y su violencia. De sus ojos nacieron una mariposa y una lechuza, cuyos lamentos aúllan aún en los bosques.

Es este ser ancestral el que, fusionado con las historias coloniales y cristianas, se convirtió en la Tulevieja: un híbrido de madre doliente, bruja, demonio y espectro rural.

                            
En algunas regiones de Costa Rica la figura de Tulevieja varía según la necesidad de las circunstancias. IMAGEN MARVALEOD.

Una Sombra Entre Dos Mundos

La leyenda de la Tulevieja no solo es un relato de miedo. Es también una metáfora poderosa de los miedos y culpas culturales: la maternidad rota, la sexualidad reprimida, el castigo al deseo masculino y la pérdida irreversible. Ella simboliza el dolor que no se puede deshacer, la naturaleza que castiga, y la culpa que persigue incluso después de la muerte.

Ya sea como un espíritu que llora por su hijo perdido o como un monstruo que devora a los hombres lujuriosos, la Tulevieja sigue viva en la imaginación popular, aullando en la noche, ocultándose entre la maleza, dejando sus huellas invertidas en los caminos polvorientos de Centroamérica.

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