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Los Borucas: cultura viva, máscaras y el Juego de los Diablitos

Máscara Boruca tradicional realizada por Víctor Hernández . IMAGEN MARVALEOD.  ...La niebla baja se cuela al amanecer entre los pliegues de la cordillera de Talamanca, a veinte kilómetros de la frontera con Panamá. Allí, en lo más alto de un valle verde, se despierta el pueblo boruca: el gallo canta, el humo de los fogones se eleva en espiral y el rumor del río Grande de Térraba acompaña la vida cotidiana. A primera vista, el pueblo parece un puñado de casas de madera rodeadas de vegetación y parcelas de maíz, pero detrás de esa calma se esconde una de las culturas indígenas más tenaces y orgullosas de Costa Rica. Con poco más de dos mil habitantes dispersos en 140 km² de reserva, los boruca —o bruncas— han mantenido su identidad frente a conquistadores, misioneros y la modernidad del siglo XXI. Su secreto: una memoria colectiva cimentada en leyendas, máscaras de madera y un festival que cada diciembre revive la lucha contra los españoles... Un territorio, una lengua, una comunidad...

Sed de Poder: Cómo Una Mentira Puede Desestabilizar un Equipo de Trabajo


Dentro de los equipos de trabajo siempre existirán diversos tipos de personalidad, ninguno es bueno o malo, son solo parte de los grupos laborales. IMAGEN MARVALEOD.

Recientemente he recibido la noticia de un ascenso como ejecutivo dentro de otro departamento de la compañía en la que trabajo, lo cual me ha llenado de orgullo y satisfacción personal. Ha sido un recorrido de esfuerzo, compromiso y crecimiento profesional, y este nuevo reto representa no solo un reconocimiento a mi trabajo, sino también una oportunidad para seguir aportando valor desde una nueva posición.

Sin embargo, esta transición también ha traído consigo una inesperada sacudida en el equipo que dejo atrás. Hasta ahora, yo me desempeñaba como Coordinador de Operaciones, y aunque la noticia de mi salida fue recibida con apoyo, también generó incertidumbre respecto a quién asumiría mi lugar. El gerente aún no ha definido quién me sucederá, pero esto no impidió que una de las coordinadoras, conocida por su carácter ambicioso, tomara acciones por su cuenta.

Esta persona, si bien es competente operativamente, ha mostrado en diversas ocasiones falencias importantes a nivel de liderazgo. Su estilo de gestión genera fricción y tensiones en el equipo, y su obsesión por el control ha sido evidente. Fue entonces cuando ocurrió lo inesperado: sin previo aviso, convocó a una reunión con todo el personal y anunció, de forma tajante, que ya había sido seleccionada por el gerente como la nueva coordinadora. Esto, por supuesto, era falso. Yo sabía que no había decisión oficial, y muchos del equipo también lo sabían. Pero aun así, el ambiente se volvió tenso. Se sembró la confusión y comenzaron a circular rumores, gestándose un clima de caos dentro del departamento.

Esta situación me llevó a reflexionar profundamente sobre un fenómeno que se presenta más a menudo de lo que se cree en los entornos de trabajo: la sed de poder.



Los rumores pueden generar incertidumbre y un mal ambiente laboral. IMAGEN MARVALEOD.

Personas con sed de poder: ¿quiénes son?

Las personas con una sed desmedida de poder no son necesariamente malas o incompetentes. De hecho, pueden ser altamente productivas y tener un gran conocimiento técnico. Pero su motivación principal no es el bien del equipo ni el logro conjunto, sino la acumulación de autoridad, control y estatus personal.

Tienden a querer imponer su criterio, incluso cuando no tienen el respaldo formal para hacerlo. Les cuesta trabajar en equipo, porque lo ven como una amenaza a su protagonismo. Y en momentos de incertidumbre —como una vacante de liderazgo— actúan de forma anticipada para posicionarse, incluso si eso implica mentir o manipular información.

Suelen justificar sus actos bajo una lógica de “eficiencia” o “liderazgo natural”, pero lo que realmente buscan es validación externa, control jerárquico y reconocimiento unilateral.

El impacto en el ambiente laboral

Cuando una persona así actúa sin filtros, el daño al equipo puede ser severo:

  • Se pierde la confianza interna. Las personas se preguntan: “¿Por qué miente? ¿Qué sabe que no sabemos? ¿Debemos actuar según lo que dijo aunque no sea oficial?”

  • Se distorsiona la cadena de comunicación. Los canales informales se llenan de rumores, y los mensajes oficiales pierden fuerza.

  • El clima emocional se enrarece. Aparecen la ansiedad, la inseguridad y la división interna. Algunos apoyan a la persona ambiciosa, otros la rechazan, y el grupo se fragmenta.

  • Se debilita el liderazgo verdadero. Las figuras legítimas del equipo (como el coordinador saliente o el gerente) pierden autoridad momentánea mientras se aclara la situación.

Este tipo de caos organizacional desgasta al personal, baja la moral y, a menudo, empuja a los mejores talentos a mirar hacia otras oportunidades.

¿Cómo lidiar con personas que tienen sed de poder?

Enfrentar estas situaciones no es sencillo, pero existen algunas estrategias que pueden marcar la diferencia:

  • Comunicación clara y oportuna. Mientras más rápido se aclaren las decisiones oficiales, menos espacio hay para rumores o tomas de poder informales.

  • No entrar en confrontaciones personales. Es preferible confrontar el acto (la mentira o la reunión indebida), no a la persona como enemiga.

  • Fomentar una cultura de liderazgo compartido. Cuando los equipos están acostumbrados a que el poder se distribuye y se consulta, es más difícil que una sola persona se adueñe del mando.

  • Apoyarse en el liderazgo formal. En este caso, el gerente debe intervenir cuanto antes para corregir la desinformación y evitar que se dañe la cohesión del grupo.

  • Fijar límites con firmeza y respeto. Si una persona actúa fuera de su rol, hay que dejarlo claro de forma profesional, sin caer en descalificaciones.



Las reuniones donde se marca notoriamente el ego de un encargado o jefe, muchas veces genera incomodidad dentro del equipo de trabajo. IMAGEN MARVALEOD.

Reflexión final

Las organizaciones no solo se construyen con procedimientos y métricas, sino también con cultura, confianza y relaciones humanas. El liderazgo no se otorga solo con un título: se construye con credibilidad, honestidad y visión colectiva.

Las personas con una sed de poder desproporcionada pueden ser agentes de avance o de destrucción, dependiendo de cómo se canalice esa energía. Si están bien guiadas, pueden aprender a enfocarse en objetivos comunes. Pero si se les permite actuar sin límites ni retroalimentación, suelen dinamitar el entorno a su paso.

Mi experiencia personal me ha enseñado que un ascenso no es solo una oportunidad para crecer, sino también una responsabilidad para cerrar ciclos de manera ética, y dejar el terreno fértil para quienes vengan después. Lo que construimos —o destruimos— en ese tránsito habla de quiénes somos más que cualquier logro individual.

¿Te ha tocado lidiar con personas así en tu entorno laboral? ¿Qué hiciste en ese momento?

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