La Bruja de Abangares

Esta historia me la enviaron por correo para compartirla.

Por razones personales, la mujer que brinda esta información prefiere mantenerse en el anonimato, por lo que usaremos el seudónimo de Andrea.

Andrea nos cuenta que cuando ella tenía unos veinte años, cerca de 1986, vivía en una zona rural cerca de Colorado de Abangares en Costa Rica.

Relata que era poco más de las doce media noche y venía con unas amigas de un baile en el centro del pueblo. Ella se había escapado de la casa, ya que los papás no le dieron permiso para salir con sus amigas. Andrea no toma, por lo que su conciencia no iba distorsionada después de aquella salida.

Para llegar a su casa  en aquel entonces, debía caminar varios kilómetros por un camino que, nos dice, era de lastre y el trayecto no contaba con luces artificiales. Sus amigas comenzaron a hacer bromas que, seguramente, por escaparse, se toparían con "la mona" o una bruja.

Las jóvenes continuaron la marcha hasta que una de las amigas, a lo lejos, pudo observar una figura a la que sólo la sombra se le podía distinguir, sentada en medio camino. Las tres amigas se detuvieron.

Andrea dice que ella no quería caminar más, algo en ella le decía que lo que estaba allí no era algo normal, culpando a sus amigas por llamar a seres demoníacos.

"Juro que en ese momento sentí que era el mismo diablo el que estaba ahí" 

Una de las amigas, de manera ingenua, agarró unas piedras que buscó en sus alrededores e inició a increpar aquella sombra que se ubicaba en medio del camino. Se acercó unos metros a aquella figura y le dijo unas palabras, para después lanzarle las rocas.

La sombra se levantó.

La ahora señora nos explica que aquella figura era de una estatura baja, se le notaba un cabello largo y no tenía las piernas normales; sus rodillas se doblaban hacía atrás. Aquel ser se quedó parado en el camino durante unos pocos segundos y posteriormente comenzó a correr hacía la izquierda, perdiéndose en la maleza, mientras varios gritos intimidantes comenzaron a escucharse entre la oscuridad.

Las amigas asustadas, comenzaron a correr, retornando hacía el pueblo mientras gritaban y lloraban del miedo. Andrea no recuerda cuanto tiempo duró corriendo, pero si recuerda que al llegar al centro, no encontraron a nadie que las pudiera ayudar o acompañar.

Las tres mujeres decidieron quedarse en el pueblo hasta el amanecer y esperar que la luz del sol les diera el valor para retornar a sus casas.

Al llegar a su hogar, su padre la golpeó por no obedecer la orden que le había dado y ella le explicó lo sucedido, pero él no le creyó y dijo "eso le pasa por escaparse".

Andrea nunca más volvió a tener otra experiencia semejante en su vida, pero siempre recuerda aquella extraña y espantosa figura a la que topó esa noche de 1986 y que ella cree era una bruja.


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