La Sombra Acompañante

Esto sucedió en el año 2004, en ese entonces tenía aproximadamente unos diecisiete años.

Era poco más de las tres de la madrugada, me encontraba caminando de regreso a mi hogar proveniente de la casa de mi mejor amiga. El frío ya se unía al ambiente y el trayecto, aunque corto, era oscuro y tenebroso. A esa hora no se encuentran casi almas caminando por las calles del vecindario, por no decir nadie.

No era de extrañar que al llegar a mi casa después de las visitas a la casa de mi amiga ocurriera algo extraño, cosas inexplicables; como la noche que estuvimos charlando frente a su vivienda y de pronto, un objeto en el cielo se quedó estático encima de nosotros y unas luces blancas brillantes parpadeaban de manera uniforme. 

Esa noche no fue la excepción.

Mientras retornaba a mi hogar, tuve que pasar por numerosos callejones que daban a más casas del vecindario. Resaltó que esos pasillos no tenían alumbramiento, y por la hora, todas las casas se encontraban con las luces apagadas.

Al pasar frente a uno de esos oscuros pasillos, sentí en mi espalda como un escalofrío comenzaba a rasguñarla e instantáneamente, una sombra se colocó justo a mi lado. Con el rabo de mi ojo izquierdo trate de ver qué era lo que se había colocado junto a mí, pero no podía distinguir su figura, solo la tonalidad oscura y semitransparente.

"No me vas a asustar", dije en un leve murmullo (con una voz más que quebrada). Creo que esas palabras motivaron a mi acompañante, ya que nuevamente mi espalda sintió el escalofrío, sólo que esta vez no era del ambiente tenso que la situación producía; pude sentir como una  uña jugaba en la parte lumbar de mi cuerpo y justo en ese instante supe que "eso" no se iría tan fácilmente.

Continué caminando, esperando encontrarme a otra persona para pedir ayuda o por lo menos, notara la sombra que se encontraba a mi lado y con eso, tal vez, quitarla de mi lado, pero nunca ocurrió.

Al llegar a estar cerca de la farola que iluminaba el bloque donde se ubicaba mi casa, las cosas se pusieron un poco más tétricas. La luz se apagó repentinamente y mi corazón se aceleró de forma exagerada. Mi acompañante no se distinguía, pero su presencia aun se percibía. No puedo ocultar que en ese instante mi fe salió a mi consuelo y bajé todos los santos que conocía para que me socorrieran.

Por muy extraño que parezca, mi casa se encontraba con la luz de la sala encendida y antes de poder abrir la reja de la entrada, una voz en mi mente penetró profundamente diciendo las palabras: "entra de espaldas y camina de revés". Puede que sea muy loco lo que hice, pero tomé consejo a esa oración. 

Antes de entrar, torné mi cuerpo de espaldas y me encontré frente a la sombra que me acompañó por un trayecto que no era mayor a cinco minutos, pero esa madrugada lo sentí eterno. Esa "cosa" poseía forma humana, pero un tanto distorsionada. Creí que iba a lastimarme, pero no hizo absolutamente nada.

Aún con mi cuerpo frente a eso, abrí la reja y comencé a caminar de espaldas. No sé como pude abrir la puerta de mi hogar, no lo recuerdo, pero lo conseguí. La sombra no entró conmigo, sólo se quedó frente a mi casa, esperando.

Entré a la sala e inmediatamente cerré la puerta. Una vez hecho eso, me asomé por la ventana para verificar sí aquel acompañante seguía ahí; pero no estaba, se había marchado.

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