Mis Vidas Pasadas: II El Ladrón
Hoy quisiera comentarles sobre mi segunda experiencia en lo que
creo son mis vidas pasadas. Me gustaría añadir que mi primera vivencia dejó
huella; en un principio creí que lo sucedido anteriormente fue un sueño lúcido,
tan emocionante y real que me dejó las ganas de repetir la experiencia. Estuve
muchas noches haciendo de manera disciplinada los mismos pasos que realicé
aquella madrugada en la que tuve ese extraño "viaje", pero sin éxito.
Lo intenté por más de un mes, y aunque noche a noche no conseguía conectarme
con la vida de otra persona y solo mi imaginación era la que volaba, mi deseo
no se apagaba. No puedo mentir, hubo noches en las que ya ni lo intentaba,
hasta que en uno de esos largos episodios de insomnio sucedió.
Recuerdo estar con los ojos cerrados en mi cama, entrando en un
estado entre lo dormido y lo despierto; a continuación volvi a entrar en un
túnel del cual no podía escapar. Mi cuerpo se paralizó y la oscuridad se
apoderó de mí. Nuevamente me encuentro en el cuerpo de otra persona, mi emoción
estaba al tope. Esta vez mi mente se unió desde un principio a la de la persona
que invadía, mis pensamientos eran los de un niño.
¿Quién soy? Me expresé en un idioma extraño, no puedo distinguir
donde vivo, pero sé que estoy en las calles de una ciudad portuaria muy
conglomerada. Los habitantes de acá tienen piel color canela y no son nada
sociables. Me maltratan cuando me ven sentado, arrecostado en las paredes de
los edificios que están al frente de las calles principales. ¿Qué hago con mi
vida?, no lo sé; desde que tengo memoria vivo como un huérfano, no tengo hogar
ni familia, siento celos al ver niños con sus madres y ser felices, sin
preocupaciones. Soy ladrón, mi ego se infla cuando mis iguales alaban mis
acciones; me alimento de lo que robo a los demás, unas veces hurto a
escondidas, en otras, muchos de mis "hermanos" robamos con violencia
y así podemos obtener mejores botines. Tengo recuerdos desagradables en los
cuales, señores abusan de mí después de atraparme en el arte que desarrollo,
estos abusos no son solo físicos. Me siento sucio y asqueroso después de estos
episodios de pena y dolor ¿por qué los dioses me abandonaron a esta suerte? Yo
lo sé, no pertenezco a ninguna casta, ¡pero nadie en este mundo debería sufrir
un calvario como este! ¡Odio a la gente, me odio a mí mismo!
Otra vez los sucesos transcurren en modo acelerado, veo como el
tiempo ha hecho de mí una persona con maldad en el corazón, disfrutando
hacerles a otros lo que me hicieron en el pasado. Me veo abusando de niños;
golpeó a las personas a las cuales les quito sus bienes y alimentos; asesino
sin remordimientos, mas por placer que por sobrevivir. De pronto, soy detenido
por unos hombres de la ley, trato de escapar, pero una de mis piernas está
herida. Me golpean tanto que no sé qué pasa, quedo inconsciente. Despierto y me
encuentro encerrado en una celda húmeda, oscura y con muchos otros cortabolsas.
Siento ira al ver que estoy atrapado. Pasa mucho tiempo y continuo en ese
lúgubre sitio. De pronto unos hombres abren la celda que me mantenía a mí y a
los otros sujetos atrapados. Nos llevan a un barco que está en puerto de la
ciudad y aquí es donde entra en mi cabeza un pensamiento que me susurra que el
tiempo en este mundo está por finalizar.
Durante mi vida siempre odie a los dioses: divinidades de antaño
que lo único que hicieron fue escupir y humillar mi vida, mi clase y mi
destino. Este resentimiento ha hecho que me hunda en un odio profundo por todas
las personas, dentro de los cuales me incluyo. Pero todo eso ya no importa,
porque ahora sé de acá no voy a poder salir. Vienen a mi mente recuerdos de
historias que escuchaba con mis "hermanos" sobre el destino de los
“sin oficio”: en todas ellas la muerte era su libertad. Dentro el barco, vuelvo
a estar prisionero, esperando el final de mis días. Paso mucho tiempo de
angustia, acompañado de sed y hambre; solo me dan pocas raciones de agua y de
vez en cuando, trozos redondos de pan seco. De pronto se escuchan gritos,
golpes y lamentos encima del lugar de mi cautiverio. ¿Qué sucede arriba? -me
pregunté. Un hombre abre la jaula en la que me encuentro, me dice que salga y
luche por mi vida. Saliendo de ese espacio, unos marineros nos entregan a mí y
a otros prisioneros espadas y hachas. Me siento libre, furioso y con muchas
ganas de asesinar y ver cuerpos de desconocidos mutilados e inmóviles; sin
embargo, mi éxtasis y vanidad me juegan una mala pasada. Subo por las escaleras
y cuando me encuentro en la cubierta del barco buscando quien será mi víctima,
estremezco el cuerpo al sentir el frío de una hoja atravesar mi espalda y verla
salir por el abdomen. No puedo moverme. Un sujeto me toma con uno de sus brazos
del cuello por mi espalda, siento como rápidamente con la otra mano saca la
espada que destruía mis entrañas. No siento más dolor, quedo inmóvil, caigo
rápidamente acostado en las tablas de madera de la superficie. Aun consciente,
mis ojos voltean a ver al verdugo que me esta brindado la ansiada libertad,
escupe mi cara y se retira, dejando mi destino a la suerte. Los ojos se me
cierran… por fin siento tranquilidad.
Al abrir mis ojos agradecí el final de esta experiencia. Lo
primero que pensé fue, ¿Que carajos fue todo eso? No esperaba que mi vida estuviera
conectada con la de un ladrón, asesino y violador. Esa noche no pude pegar más los párpados; pasé habitando mi mente, recordando lo que había vivido y sentido. No
puedo engañarlos, quede impactado por varias horas, y en algún momento dude en
repetir estas sesiones. Esta ocasión es la que hasta el día de hoy considero la
más desagradable de mis vidas, pero no la más triste, esa la dejaré para mí próxima historia.
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